“Las mujeres indígenas enfrentan serios problemas de discriminación por razones de género y etnicidad dentro y fuera de sus comunidades, lo que dificulta su acceso a la propiedad, la justicia, servicios de salud y otros derechos” Relatora especial de la ONU.
Desde 1983 el 05 de septiembre se instauró como el Día Internacional de la Mujer Indígena, una fecha que busca visibilizar las diversas realidades que enfrentan las mujeres indígenas en sus territorios, como la falta de acceso a derechos básicos como la educación y la salud y o la discriminación por razón de género y origen que desata una serie de violencias estructurales.
Pero también busca reconocer el papel fundamental de preservación de la cultura, la lengua, tradiciones comunitarias e incluso su papel como protectoras de las semillas y plantas nativas, así como su liderazgo en la contienda por los derechos de los pueblos indígenas.
Sin embargo la intención de este día puede alejarse mucho de la realidad que viven aproximadamente 11.9 millones de mujeres indígenas en México, según el Censo de Población y Vivienda 2020. Una de estas graves realidades es la que están atravesando hoy en día ciento de mujeres mayas, tzotziles y rarámuris de Chiapas y Chihuahua respectivamente. El Desplazamiento Forzado.
Durante los últimos días de agosto más de 300 personas entre ellas mujeres e infancias de ocho comunidades rarámuris en Chihuahua, fueron desplazadas de manera forzada por narcotraficantes, quienes desde el pasado 27 de agosto amenazaron y atacaron a la población.
La misma realidad enfrentan mujeres indígenas de Chiapas, estado que ocupa el número uno en cuanto a desplazamientos forzados. En julio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, minimizó el desplazamiento de 2 mil 800 chiapanecos habitantes de Tila que después regresaron a sus casas apoyados por la Guardia Nacional, y otros 362 que por la violencia en la región huyeron a Guatemala, donde la mitad se quedó a vivir con sus familiares, como lo confirmaría semanas después la canciller Alicia Bárcena.
Este fenómeno ha sido documentado por distintos organismos y organizaciones de derechos humanos, donde las mujeres e infancias son las más vulnerables ante estas violencias que atraviesan a diario, la expulsión de sus hogares, su territorio. En Oaxaca la situación e desplazamiento que viven las mujeres mixtecas es un ejemplo de la violencia que se ha profundizado y el olvido del gobierno en varios casos donde las familias todavía no pueden volver a sus hogares a falta de condiciones mínimas de seguridad.
A esta situación se agrega las condiciones de pobreza que habitan 9 de cada 10 mujeres indigenas en México según el CONEVAL 2022, además de la discriminación y racismo que prevalecen en espacios e instituciones publicas que profundizan las condiciones de justicia, equidad y oportunidades para las mujeres indígenas.
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