El mundo habló tras el anuncio de la victoria de Donald Trump para la presidencia de los Estados Unidos. La ultraderecha, también de América Latina, rindió elogios, entre los primeros en felicitarle estaba Nayib Bukele, el mandatario de El Salvador. El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, mencionó que con el triunfo de Trump “El futuro se observa luminoso para el continente”. Y en el mismo tono, el ultraderechista Javier Milei mencionó: “Usted sabe que puede contar con la Argentina, para hacer grande a los Estados Unidos nuevamente”.
En su campaña, como si su racismo descarado no fuera suficiente, Trump ha dicho repetidas veces que quiere ser un dictador. Admira a los dictadores, se asocia con dictadores, elogia a los dictadores. Ruth Ben-Ghiat, profesora de historia y autora del libro “Hombres fuertes: de Mussolini al presente”, ve un sorprendente paralelismo entre el fascismo histórico y el actual movimiento de apoyo a Trump.
La gran victoria de Trump es “una enorme amenaza para la clase trabajadora y los oprimidos, ya que usarán este poder para desatar ataques contra los inmigrantes, los derechos de los trabajadores, los derechos reproductivos, los derechos de las personas trans y otros derechos democráticos”, alerta Left Voice en un primer análisis. Además, el regreso del negacionismo climático a la Casa Blanca es un golpe en la lucha contra la crisis climática.
“Muchos se despertaron el día después de las elecciones sintiendo cierto grado de desesperación”, alertan los autores del artículo, “pero debemos convertir esa desesperación en acción y organizarnos contra Trump y sus aliados de extrema derecha. Debemos ir más allá de la resistencia del primer mandato de Trump -que se desvió hacia el apoyo al partido demócrata- y construir un movimiento real, un frente unido, contra la derecha”.
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