“Guerrero: descomposición preocupante” publica la de editorial de hoy en el periódico La Jornada, y es que en los últimos días, han sido registrados al menos 22 muertes violentas, tan solo el día de ayer fueron ejecutados 13 personas, dos mandos de seguridad pública y 11 policías municipales en una comunidad ubicada cerca de la carretera Acapulco-Zihuatanejo. Casi a la misma hora, en Chilpancingo, murió baleado Rigoberto Acosta González, catedrático y ex dirigente del Consejo Regional de la Sierra de Guerrero (Cresig).
Apenas el pasado lunes 16 de octubre fue asesinado uno de los fundadores de la policía comunitaria de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg), en una comunidad ubicada en la costa chica y al día siguiente murió por arma de fuego Bruno Placido Valerio, fundador y coordinador estatal de dicho organismo.
“A partir de tales sucesos es inevitable concluir que Guerrero se encuentra sumido en una descomposición social e institucional y los grupos delictivos han emprendido una guerra sin cuartel contra las organizaciones defensoras de la vida y el territorio de los habitantes; en particular, las pertenecientes a los pueblos indígenas que en esta zona del país enfrentan el doble lastre de la marginación histórica y el embate de la criminalidad” se escribe en la editorial.
Ante esta ola de violencia, la exigencia de un territorio en paz se hace presente, los habitantes buscan diversas formas de mantener esperanza y el reclamo de que el gobierno pueda hacer algo ante esta crisis. Hoy en una nota del Centro de Derechos Humanos Tlachinollan da cuenta de ello, cientos de peregrinos indígenas que viven en comunidades donde la violencia es presente, clamaron justicia paz y verdad en una procesión que se celebra cada año al Señor del Nicho en Tlapa Guerrero.
“Algunas señoras con semblante entristecido les rodaban lágrimas en el rostro. En sus manos llevaban ramos de flores, velas y veladoras. Cerca del “santo patrón de Tlapa” del sahumerio se levantaban los hilos de humo… En cada esquina, el sacerdote se detenía para dar su discurso acerca de la paz y la unión de los pueblos.” se describe en el reportaje.
A través de tapetes instalados en las principales calles de la ciudad, se narraban denuncias y exigencias de los dolores y pérdidas que la violencia ha originado en este estado, como los cientos de desparecidos y a los 43 estudiantes que su caso sigue en impunidad y sin avances. La procesión llegó a las puertas de la catedral durante el atardecer donde los cuetes anunciaron la llegada del Señor del Nicho y con ella un clamor de paz y justica.
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