La madrugada del primero de diciembre de 2016, Alejandro Murat Hinojosa rindió protesta como gobernador en una sede alterna al Congreso de Oaxaca, las instalaciones de la CORTV. Ese día se habían anunciado protestas por parte de la Sección 22 y organizaciones sociales, con el propósito de bloquear la toma de posesión del político mexiquense. “Mi gobierno recibe un estado colapsado social y económicamente”, declaró en aquel tiempo el gobernador Murat.
Después de seis años la situación es similar. En próximos días se repetirá el ritual de entrega-recepción gubernamental en condiciones particularmente semejantes: inseguridad y violencia, crisis de gobernabilidad, conflictos ambientales, endeudamiento y una larga lista de obras públicas sin terminar. El nuevo gobierno, encabezado por Salomón Jara, recibirá un estado conflictuado y lacerado por la violencia y la pobreza. “Gobernar desde el conflicto”, este será, sin duda, el principal desafío del gobierno entrante.
En una revisión de esta coyuntura política EDUCA sintetiza el momento: “No parece un sexenio fácil. La violencia latente y contenida (49 personas defensoras asesinadas en Oaxaca en el gobierno de Alejandro Murat, más de 700 feminicidios en el sexenio que termina), y la violencia que se profundiza a nivel nacional, nos coloca frente a un escenario de riesgo”.
El sociólogo, Isidoro Yescas, escribe: “Fuera de las promesas de campaña, declaraciones de prensa y la oferta de seguir el ejemplo del presidente Andrés Manuel López Obrador, no existen aún señales claras ni compromisos por escrito de la ruta que habrá de seguir el nuevo gobierno para ajustar cuentas con el pasado inmediato e impulsar un gobierno del pueblo y para el pueblo en la ruta y compromisos de la Cuarta Transformación obradorista”.
La periodista Nadia Sanabia hace una revisión del gabinete y advierte: “Del clan Murat, que deja el poder, nunca se puede decir que “se van”, porque la historia reciente hace evidente que el grupo comandado por Nelson José Murat Casab es diestro en la defensa de sus intereses en Oaxaca hasta en contra de sus habitantes, en caso de no lograr “acuerdos políticos”.
Finalmente, el dirigente indígena Alejandro Cruz, analiza: “El nuevo gobierno del estado, dirigido por un servidor incondicional del presidente de la República, seguramente reflejará el mismo discurso y actuar de su jefe, ante esta situación las organizaciones sociales saben que les esperan largas jornadas de lucha y trabajo cotidiano en las comunidades y pueblos, aquí los hechos hablarán más que las palabras”.
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