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La Minuta

¿Quién salvará al periodismo?: Trump, libertad de expresión y el cierre de apoyos a proyectos

Con la llegada del Trump al poder, también se vieron afectados diferentes fondos de Estados Unidos para la cooperación internacional, esto puso en crisis a decenas de medios latinoamericanos que eran alternativa a los grandes y herrumbrados conglomerados tradicionales. La periodista Francisca Skoknic investigó los modos de financiamiento del periodismo independiente en el mundo, becada por Reuters Institute. En una nota para la Revista Anfibia explica la situación de extrema vulnerabilidad actual y cuáles son los horizontes posibles de resistencia del buen periodismo.

La periodista investigó cual era el rol de la USAID, NED, OSF o la Fundación Ford en estos temas, “mi principal diagnóstico fue que había una extrema dependencia de donantes institucionales provenientes de países desarrollados —ONG, gobiernos y organismos internacionales, principalmente— y decía que no era exagerado afirmar que si algunos de esos financistas cambiaban sus prioridades, la sobrevivencia del periodismo como servicio público estaría en serio riesgo en América Latina. Ese riesgo es cada vez más grande y hoy podría ser terminal para algunos medios” señala.

El cierre de USAID ha causado un fuerte impacto en este sector, además de financiar programas de salud y alimentos para combatir la hambruna en las últimas décadas el apoyo a la libertad de expresión y los medios independientes tuvo una creciente relevancia en la agenda de USAID, bajo el argumento de que son elementos necesarios para combatir el autoritarismo y fortalecer las democracias. Según sus propios reportes, USAID se transformó en el mayor donante a medios independientes en todo el mundo.

De acuerdo a Reporteros Sin Fronteras, en 2023 USAID apoyaba a 6.200 periodistas, 707 medios no estatales y 279 organizaciones de la sociedad civil que fortalecían a la prensa independiente. Para este año el Congreso había aprobado US$269 millones para respaldar a “medios independientes y el libre flujo de información”.

Se trata de una organización nacida durante la guerra fría y que mostraba una imagen de Estados Unidos como un país que ayudaba al mundo y promovía la democracia, ampliando así su influencia más allá de lo militar y político. Era una herramienta del llamado “soft power” o poder blando, que se volvió muy relevante en países acechados por la pobreza.

“La “generosidad” de USAID no siempre ha sido bien vista en América Latina y hay medios que no postulan a sus fondos para evitar cualquier sospecha de influencia del gobierno de Estados Unidos. Otros no publicitan el origen de su financiamiento, lo cual ahora los deja en peor posición. Y a veces los intermediarios funcionaban como cortafuegos de cualquier conflicto de interés y los receptores ni se enteran del origen de los fondos” señala Skoknic.

En América Latina el caso más evidente de la incomodidad que le provoca a los líderes cuando el periodismo independiente los fiscaliza es el de Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Bukele se ha quejado con Trump de que Estados Unidos financie a medios y organizaciones defensoras de derechos humanos que cuestionan a su gobierno. Al cortar los fondos de USAID ese problema queda solucionado y la alianza entre ambos gobernantes se fortalece.

Ante este contexto el periodismo no puede depender de gobiernos, de la publicidad y ni siquiera de las donaciones de organizaciones extranjeras. Se requiere un mix que garantice independencia, pero en esa mezcla una parte muy importante deberían llevársela las audiencias, que se benefician de nuestro trabajo. Es a ellos a quienes hay que convencer, finaliza la periodista.

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