De acuerdo con los datos de la encuesta más reciente de movilidad social que realiza el CEEY (ESRU-EMOVI 2017), el 82 por ciento de los hombres participan en el mercado laboral. En cambio, del total de las mujeres, solamente el 43 por ciento lo hacen. Además, entre las madres que tienen hijos menores de 6 años, la participación laboral se reduce hasta el 36 por ciento. Es decir, en el caso de las mujeres, ser madre conlleva una penalización laboral, con lo cual el espacio para mejorar sus condiciones socioeconómicas resulta todavía más reducido.
El día de las madres fue instaurada en 1917 cuando el Gobierno del Estado de Yucatán, respaldó a las mujeres en su búsqueda por obtener sus derechos sexuales, después de que la primera ola de mujeres feministas realizara un primer congreso feminista donde exigían entre otras muchos derechos, el derecho a la maternidad libre y consiente.
Aunque al día de hoy, esta fecha se ha romantizado y materializado en consumos, la maternidad es uno de los grandes trabajos que mantienen la vida y la existencia misma. Esa que históricamente ha recaído sobre las mujeres que además tampoco tienen las mismas condiciones ni económicas, ni de raza, ni de origen. Lo que agrava más las desigualdades este mujeres madres.
En un trabajo reciente sobre el caso mexicano, Sandra Aguilar Gómez, Eva Arceo Gómez y Elia de la Cruz Toledo, con base en datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), estiman que 15 meses después del nacimiento de un nuevo hijo, la participación laboral de las madres se reduce en 32 por ciento, mientras que el ingreso laboral cae un 20 por ciento.
Por el contrario, para los padres no se observa un cambio en su participación laboral. Además, el incremento en el trabajo no remunerado que acarrea la llegada de un nuevo hijo resulta de 5 horas por semana para los padres, mientras que para las mujeres alcanza las 15 horas.
En cuanto a la permanencia en el tiempo de estos efectos, existe otro trabajo de Raymundo M. Campos Vázquez, Carolina Rivas Herrera, Eduardo Alcaraz y Luis A. Martínez, con el que encuentran que, 6 años después del nacimiento de un hijo, hay una penalización para las madres de 20 por ciento en cuanto a su participación en el empleo formal en comparación con los padres. Además, en términos salariales, dicha penalización alcanza el 10 por ciento entre las madres de ingresos altos, pero se amplía hasta el 40 por ciento entre las de los estratos más bajos.
Centro de Estudio CEEY Maternidad, trabajo y baja movilidad social – | El trabajo inequitativo en la labor de cuidados entre hombres y mujeres, vuelve la pobreza más dura para ellas |