“Las expectativas de un cambio se volcaron el primero de julio”, reflexiona el Centro de Derechos Humanos Tlachinollan, a un año del histórico triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador. “Las acciones del nuevo gobierno han mostrado ciertos cambios en la forma de procesar las demandas ciudadanas”, entre ellas la cancelación del aeropuerto en Texcoco, la estrategia implementada para combatir el robo de combustible y la política de austeridad basada en la reducción salarial para los altos puestos burocráticos. Sin embargo, “nuestro optimismo en esta transición democrática se ensombrece ante los claroscuros de esta nueva administración”. En cuanto la Guardia Nacional, “es una gran preocupación que siga apostándose a la intervención militar para realizar tareas de seguridad pública, que ha implicado violaciones graves a los derechos humanos, como varios organismos civiles lo hemos documentado”. Además, el desencanto de este triunfo electoral se ha centrado en los megaproyectos anunciados desde el primer día de gobierno del nuevo presidente de la república. “El anunció del tren maya, del corredor transístmico y la termoeléctrica de Huexca, que ha costado la vida de Samir Flores Soberanes líder opositor al Proyecto Integral Morelos (PIM), han dejado entrever que persisten intereses macroeconómicos dentro de la nueva administración federal, que se están imponiendo por encima de los derechos colectivos de los pueblos indígenas. Es un gran desafío atender los reclamos legítimos de las comunidades que serán afectadas y que se oponen a estos planes de desarrollo capitalista.”
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