El pasado 9 de agosto, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen de Reforma Constitucional sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y Afromexicanos enviada por López Obrador el 5 de febrero del presente año.
A propósito de este acontecimiento, la escritora y lingüista ayuuk, Yásnaya Elena Gil, escribió en sus redes sociales: “La idea inicial de la propuesta había sido reformar 15 artículos de la Constitución en materia indígena, pero, al parecer, ya estamos algo lejos de eso. El objetivo era que, con una propuesta de reforma profunda, ahora sí se cumplieran los Acuerdos de San Andrés como fue promesa de campaña. Pero, una vez que representantes de pueblos indígenas entregaron la propuesta de reforma indígena a las oficinas de la consejería jurídica, ésta sufrió cambios que la descafeinaron”.
Yásnaya fue más allá: “El presidente ha hablado constantemente de cómo él se está enfrentando a una especie de “golpe de estado blando” por parte de la derecha, en ese tenor, podría decirse que haber descafeinado la propuesta inicial de la Reforma Indígena se trata de un nuevo golpe blando a los Acuerdos de San Andrés, tan blando que parece pasar desapercibido, tan blando que esto se pretende ocultar detrás del exacerbado festejo de lo poco que está aprobando la Comisión de Puntos Constitucionales”.
En respuesta, el coordinador General de Pueblos Indígenas del INPI, Hugo Aguilar expuso en Facebook: “Hace unos días, Elena Gil se preguntó: ¿Un nuevo “golpe blando” a los Acuerdos de San Andrés? Leí con atención su artículo y me preocupó el afán de minimizar el esfuerzo que se ha realizado para impulsar la Reforma Constitucional sobre Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas y Afromexicanas. La opinión también puede generar confusión en las autoridades indígenas que se han sumado al proceso”.
El funcionario del INPI añadió en su texto: “Como ocurre en todas nuestras luchas, en el proceso de la Reforma en curso, los derechos indígenas y afromexicanos son rechazados, negados y minimizados. Por ello, decir que nuestro esfuerzo es un “golpe blando” implica descalificar por completo las propuestas y anhelos de los pueblos y comunidades, implica también afirmar que perdieron el rumbo, que no tienen memoria de lo acordado en San Andrés o que no tienen la capacidad mínima para definir sus propuestas y estrategias. Descalificar la celebración por la aprobación del dictamen y el reconocimiento a quienes nos han acompañado es por lo menos, innecesaria. La descalificación, la minimización y el racismo hacia nuestros pueblos es una práctica común que no podemos replicar”.
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