Sentada a la orilla de una barda de piedra, con las dos perritas que siempre la acompañan a un lado, Tlacoya y Frijola, Chío se pregunta qué hubiera sido de su vida sin la colectividad, sin el amor de sus hermanas de sangre y de todas las demás mujeres que, de distintas maneras, han sostenido por más de cuatro años a la colectiva “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia”.
Esa convicción motiva que ahora se sume a sus proyectos agrícola y gastronómico uno nuevo, de transmisión de saberes: la “escuelita de la tierra” que, itinerante, echaron a andar el 7 de diciembre de 2024, pero que en unos meses existirá también físicamente. La llaman así, “escuelita” en diminutivo, porque para ellas significa hacerlo con amor y cariño. Como lo han hecho desde que se agruparon luego de escapar a la violencia en Puebla para buscar la autonomía económica en Milpa Alta.
La escuelita, sostiene Chío, será un espacio de compartición, donde no solamente se podrá llegar, recibir y aprender, sino también compartir y enseñar. Además, abrirá la posibilidad de entretejer redes. Esa es una de las fortalezas más importantes, dice, poder encarnar la colectividad y acompañar. “Eso es lo que principalmente podemos ofrecer: el acompañamiento, la escucha y el entretejido de redes”, subraya.
En una ocasión, recuerda con cierto humor y mucha indignación, Chío y sus hermanas le preguntaron a un adolescente si sabía de dónde venía la comida. Respondió que del Wal Mart. Fue así como entendieron que había una necesidad de compartir esos saberes con generaciones desarraigadas, que ignoran de dónde surge lo más importante.
“Decidimos crear este espacio formativo, educativo, desde la autogestión, desde la autonomía, que pudiera recuperar ciertos saberes que llevan justo a ser una persona autónoma, en temas de alimentación, de vestimenta, para recuperar las lenguas maternas”, explica. Estará abierta a todas las personas, pero principalmente a las niñeces y adolescencias, itinerante mientras termina la construcción.
Para ponerla en marcha, a “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” ya se han sumado la colectiva Poposteando Ando; Akire Huauhtli, que trabaja temas de lenguas maternas; Daniela Textilera, que llevará el telar de cintura, y Marypaz, con teñidos y plantas naturales. “Estamos muy contentas y soñantes de este proyecto; sin duda sabemos que podemos realizarlo, pero aquí el reto más grande va a ser sostenerlo”, admite.
La escuelita, que se construirá en un terreno de 800 metros, será, al fin, un pedacito de tierra del que las mujeres de la organización serán dueñas. Ahí “Mujeres de la tierra, mujeres de la periferia” trabajará desde el principio de la pedagogía del retorno, que busca rescatar la memoria y los saberes de las comunidades, que invita a regresar a las comunidades de origen, a la tierra, a cocinar los alimentos propios, a la familia, al descanso, a las lenguas maternas, al tejido y a todo aquello que forja a las comunidades.
Marcela Nochebuena Mujeres de la periferia se organizan para compartir saberes y cultivar su propio maíz con la “escuelita de la tierra” | Mujeres de la tierra: Cocinar como acto revolucionario |La Minuta Mujeres oaxaqueñas se unen para proteger el agua; luchan contra megaobras – EDUCA | Imagen Crédito Nadia Núñez