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Defensa del Territorio y Reconstrucción Comunitaria: Intercambio de experiencias en San Mateo del Mar

By 25 febrero, 2019 Sin Comentarios

IMG 0616Era un jueves caluroso en febrero, y la organización comunitaria “Monapaküy”, en el pueblo Ikoots de San Mateo del Mar, Oaxaca, estaba preparándose para recibir visitas. Los jóvenes voluntarios colocaron las vigas de madera en pilas ordenadas. El olor a pescado emanaba de la cocina, donde un grupo de mujeres charlaron alrededor de una gran olla. Unas 50 sillas llenaron un salón al aire libre, que en los próximos días serviría como base de operaciones para la Escuela de Defensoras y Defensores Comunitarios de Oaxaca.

Desde que un terremoto destruyó las casas, escuelas e instituciones vitales de San Mateo en septiembre de 2017, la reconstrucción no se ha detenido. Y Monapaküy ha sido el centro de los esfuerzos no sólo para reconstruir la infraestructura física, sino también para fortalecer el tejido social y las raíces ancestrales de la comunidad. Sus nueve miembros han trabajado mano a mano con las familias, muchas de las cuales nunca recibieron la ayuda del gobierno, para llevar a cabo docenas de proyectos de construcción, empleando métodos tradicionales y ecológicos que enfatizan la dignidad de las y los habitantes.

Hoy Monapaküy estaba alcanzando otro hito como sede de la Escuela de Defensoras y Defensores, cuyas actividades comenzaron con un intercambio de experiencias entre algunas de las luchas comunitarias más fuertes de Oaxaca: San Mateo del Mar, Magdalena Teitipac y el Consejo de Pueblos Unidos en Defensa del Río Verde. En la última década, estas comunidades han protegido sus tierras y aguas frente los proyectos extractivos impuestos por empresas y gobiernos.

Y es que mucho antes de que un terremoto de magnitud 8,2 sacudiera a San Mateo, el pueblo se vio afectado por el terremoto social y político causado por la llegada de las empresas eólicas al Istmo de Tehuantepec. San Mateo fue la primera comunidad en decir, ¡No! a compañías como la española Mareña Renovables, que pretendía construir más de 100 aerogeneradores en la Barra de Santa Teresa – un importante sitio ceremonial y de pesca para el pueblo Ikoots.

Aunque no existe ni un solo aerogenerador en el territorio de San Mateo, los pobladores tienen conflicto con Santa María del Mar, que se agravó cuando las autoridades de la comunidad vecina firmaron un contrato con Mareña.

Ese tipo de conflicto, sembrado estratégicamente por las empresas, fue un tema común durante el intercambio de experiencias. Para la comunidad zapoteca de Magdalena Teitipac, fue en 2009 cuando una autoridad dio permisos de exploración a la empresa minera canadiense Plata Real sin consultar a la asamblea, llevando a la fragmentación del comisariado.

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La asamblea decidió expulsar a la autoridad en 2010, y en 2013 optó por mejorar su organización interna con la formación del Comité en Defensa de la Integridad Territorial y Cultural de Magdalena Teitipac. Magdalena también fortaleció su lucha con el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil, además del uso de la radio comunitaria para informar y concientizar a la población en su propio idioma. Cuando el Comité bloqueó la carretera para impedir la entrada de maquinaria minera, logró obligar a la empresa a retirarse.

Aunque la concesión de Plata Real se canceló y la amenaza inmediata se ha disminuido, las y los defensores de Magdalena permanecen vigilantes:

“Tanto el Comité de Defensa como el Comité de la Radio, lo que estamos tratando es de convencer a la gente de que no bajen la guardia, de que estemos preparados, y más que nada que estemos unidos…para que en cualquier momento que se reactive una alerta de amenaza, podamos hacerle el frente”.

Un mensaje similar expresaron integrantes del Consejo de Pueblos Unidos en Defensa del Río Verde (COPUDEVER), que ha logrado detener la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Paso de la Reyna en la Costa Chica de Oaxaca: “Ahorita está un poquito calmada la cosa pero eso no quiere decir que nosotros no estemos ahí alertas, porque pues cualquier cosa puede suceder.”

En el punto más álgido de la lucha en Paso de la Reyna, el sonido de la campana convocó los pobladores para que se reunieran ante alguna amenaza. Las comunidades del COPUDEVER mantuvieron un campamento permanente durante ocho años con el fin de proteger el Río Verde.

Si bien el campamento se ha retirado, las y los defensores continúan organizándose para hacerle frente a los nuevos desafíos. El año pasado, cuando el Río Verde fue nuevamente puesto en riesgo por el levantamiento de las vedas de agua, COPUDEVER logró presentar un amparo con el apoyo de Servicios para una Educación Alternativa A.C. – EDUCA.

IMG 0761En conjunto, el intercambio de experiencias permitió reflexiones oportunas sobre los retos que enfrentan las comunidades que logran detener a los megaproyectos. ¿Cuáles son las estrategias para mantener la vigilancia y la organización, una vez que la amenaza inmediata se ha disminuido? ¿Cómo se transforma la lucha urgente contra un megaproyecto en una lucha de largo plazo, que fortalezca el buen vivir y la auto-determinación de la comunidad?

A casi un año y medio del terremoto, el trabajo de Monapaküy nos señala el camino. Mientras la ayuda gubernamental ha sido desigual y hasta contraproducente, los integrantes de esta organización hacen hincapié en una visión holística de la reconstrucción, que contempla la protección del medio ambiente y el fortalecimiento de la cosmovisión Ikoots. O como lo dijo la Maestra Gisela de Monapaküy: “No nada más era empezar a reconstruir sobre el mismo suelo” con los mismos materiales, sino preguntar: ¿Cómo podemos hacer que nuestro suelo esté mejor?

Esta pregunta los llevó a formar un centro de artes y oficios, que recibe voluntarios y proporciona capacitación a los jóvenes de la comunidad en materias como la construcción ecológica. El equipo, conformado mayoritariamente por mujeres, también se ha asegurado de que la reconstrucción avance con una perspectiva de género y que promueve mayor organización entre las mujeres de la comunidad. Actualmente, se está formando una cooperativa de tejedoras con el fin de impulsar mejor sus productos tradicionales.

Por el momento, Monapaküy trabaja día tras día, mejorando poco a poco el suelo físico y espiritual de San Mateo del Mar. Sólo así, las futuras generaciones seguirán teniendo un terreno fértil para cultivar una identidad cultural firmemente arraigado y un fuerte tejido comunitario.

 

Samantha Demby

Integrante de Servicios para una Educación Alternativa A.C-EDUCA

 

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