Tras dos semanas de lluvias torrenciales, el panorama en el estado sureño Rio Grande do Sul es desolador. El jueves pasado colapsó la cortina de la hidroeléctrica 14 de Julio, lo que empeoró las inundaciones. Según el informe entregado este martes por la Defensa Civil, subió a 90 el número de fallecidos y otras 4 muertes están bajo investigación, 132 personas están desaparecidas y hay 361 personas heridas. 534 mil viviendas quedaron sin energía eléctrica. El 85% de la población de la ciudad capital de Porto Alegre no tiene agua potable, por lo que se registra un éxodo de una caravana de vehículos.
Entre los cientos de pueblos afectados, también están 80 comunidades indígenas de las etnias Guarani Mbya, Kaingang, Xokleng e Charrua que fueron afectadas directamente por las inundaciones. Además, el número de represas en situación crítica, con riesgo inminente de colapso debido a las intensas lluvias, ha aumentado a seis.
Ante una de las peores tragedias climáticas que jamás haya azotado Rio Grande do Sul, desde el 3 de mayo movimientos sociales como el Movimiento de personas afectadas por presas (MAB), el Movimiento de trabajadores sin techo (MTST) y Levante Popular da Juventude están distribuyendo cada día miles de comidas a los afectados por las inundaciones a través de cocinas solidarias.
En helicópteros, lanchas o botes, las fuerzas militares, bomberos y voluntarios siguen trabajando contrarreloj en las tareas de rescate. Por su parte, la Marina brasileña envió el mayor barco de América Latina desde Rio de Janeiro hacía Rio Grande do Sul. El gobierno de Inácio Lula da Silva desplegó un operativo de guerra climática en el estado afectado por los temporales, con 46 mil rescatistas, 42 helicópteros, 243 barcos, 15.118 agentes, 2.500 patrullas y 1 hospital de campaña.
Según el climatólogo brasileño Francisco Eliseu Aquino, la catástrofe es consecuencia de un “cóctel desastroso” del cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niño. En Brasil, hay más de 1.300 hidroeléctricas en operación, infraestructura que por los efectos del cambio en los ciclos de la lluvia significa un peligro adicional para la población.
Ayer, el Consejo de Pueblos Unidos por la Defensa del Río Verde, COPUDEVER, recordó en su pronunciamiento de solidaridad con el MAB que para el movimiento mundial de afectadas y afectados por represas, “estas obras son un monstruo, pensando en la falsa idea de un modelo de producción de energía o captación de agua, traen consigo no solo la muerte de los ríos, sino también contribuyen a la generación de gases efecto invernadero”.
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