Miles de familias han sido desplazadas de manera forzada en México por la violencia. Ante la falta de acceso a derechos como la salud, las mujeres desplazadas retoman su conocimiento ancestral para atender dolencias, sustos y partos. Esta es la historia de Nallely, Irma, Concepción y la vida que trajeron juntas.
El viento sopla sobre los tendederos provisionales llenos de prendas de varias familias refugiadas, hay algunas camisas de hombre, pantaloncitos desgastados de niños y bebés. Nallely está a unas semanas de parir. No ha tenido dinero para hacer el seguimiento de ultrasonido, tampoco puede salir de Yosoyuxi, donde es acogida, por miedo a las balas. En esta situación, sus únicas aliadas son las curanderas, las hierbas y el temazcal.
Nallely es una mujer delgada, tiene 38 años de edad y cinco hijos: una adolescente y cuatro niños. Ella forma parte de la comunidad triqui de Tierra Blanca que, entre diciembre del 2020 y enero del 2021, tuvo que desplazarse por la amenaza de la violencia: 143 familias, 503 personas dejaron sus casas desde entonces. Ni sus parcelas, ni sus animales han vuelto a ver en cuatro años.
La familia de Nallely salió sin rumbo junto a otras decenas de familias, “con lo único que traían puesto, caminando por alrededor de 6 kilómetros hacía Concepción Carrizal y otros a Yosoyuxi”. Ahí fueron acogidas y resguardadas por las autoridades de Yosoyuxi, en una escuela-albergue indígena, mientras que los estudiantes no lo usaban por la pandemia del Covid-19. En agosto del 2023 tuvieron que dejar el espacio cuando los estudiantes volvieron a clases presenciales. Después, cada familia buscó otro destino propio.
Muchos se han ido. A inicios de 2021 algunos llegaron a la Ciudad de México a exponer su situación de desplazados por la violencia y se quedaron a vivir. Otros se fueron con sus familiares a otros lugares como la ciudad de Oaxaca, Huajuapan de León, Tlaxiaco, Santiago Juxtlahuaca y a otras comunidades. La familia de Nallely y al menos unas 70 familias permanecen en Yosoyuxi, aunque por la falta de trabajo se ven obligados a migrar por temporadas.
El desplazamiento forzado interno que viven las personas como Nallely afecta su vida cotidiana, el acceso a sus derechos como la vivienda, el territorio, la alimentación, la educación y a la protección en la salud y atención médica, entre muchos otros. Por ello, las mujeres han recurrido a sus conocimientos ancestrales sobre las hierbas, remedios y prácticas que le fueron heredadas por sus madres y abuelas, para tratarse y atenderse. Reportaje completo en el primer link.
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