Cuando vio en las noticias los dolorosos hallazgos en el rancho Izaguirre de Teuchitlán —los zapatos abandonados, las maletas polvosas, los restos humanos calcinados—, Alejandra Guillén González pensó en los casos de desaparición que ha investigado durante los últimos ocho años en Jalisco y notó similitudes: son jóvenes enganchados en plataformas sociales con falsas ofertas de empleo, y luego trasladados a diversas fincas y casas de seguridad ubicadas en la región Valles, donde son retenidos en centros de entrenamiento y exterminio. Una vez incomunicados y esclavizados, son obligados a pelear a muerte —como en el Coliseo romano— e incinerar a las víctimas como parte del entrenamiento deshumanizador de los nuevos sicarios del Cártel Jalisco Nueva Generación.
“Lo que hay que entender al analizar este rancho [en Teuchitlán] es qué lugar ocupa en este circuito desaparecedor de personas, que es un circuito amplio, una estructura muy grande, que no empieza o se acaba solo en ese lugar. Ese rancho forma parte de una cadena con una organización impresionante que utiliza muchos lugares, muchos vehículos, a muchas personas: algunas publican los anuncios en internet, otras pasan por ellos [los jóvenes], otras los retienen, otras los entrenan, otras lavan el dinero”, dice la académica y periodista jalisciense.
En entrevista con A dónde van los desaparecidos, portal de noticias del que es cofundadora, Guillén considera que las noticias se están convirtiendo en un “espectáculo del horror”, en el que están saliendo a hablar muchos supuestos sobrevivientes, pero no se está contando la historia completa, y esto puede llevar a conclusiones apresuradas, como suponer que todos los propietarios de las prendas de ropa encontradas en el rancho están muertos, o acusar de sicarios o tachar de culpables a los jóvenes que pudieron escapar del lugar.
“Estamos en un momento delicado del manejo de la información, que también se está convirtiendo en un espectáculo del horror generado porque se suben tantas notas, mucha gente que dice reconocer una gorra, unos tenis, y sabemos lo que eso significa para las familias buscadoras. Es superimportante, válido, están buscando a sus tesoros, pero no podemos deducir que todos los dueños de esas prendas murieron. Es muy difícil saber cuántas personas pasaron por ahí, las identidades, y también tenemos que asumir que hay muchos lugares como este en los que ya nunca se pudo saber qué pasó [con las víctimas]”.
El pasado 5 de marzo, integrantes del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco entraron al rancho, lo encontraron sin sellos de protección a pesar de haber quedado bajo resguardo de las autoridades desde septiembre de 2024, y transmitieron en vivo imágenes que mostraban que la fiscalía estatal no lo había inspeccionado: tenía tres “hornos” con fragmentos de huesos calcinados, así como 400 pares de zapatos, 400 prendas de vestir, y maletas e identificaciones abandonadas que no fueron procesadas como evidencias. Este hallazgo causó dolor a las familias que buscan a parientes desaparecidos, e indignación a nivel nacional que desembocó en protestas por todo el país.
Marcela Turati “Teuchitlán forma parte de un circuito desaparecedor” – A dónde van los desaparecidos | Animal Político Detenidos por el caso Teuchitlán: dos expolicías municipales y un presunto reclutador del CJNG | Las revelaciones que deja Teuchitlán – A dónde van los desaparecidos | Notas La Minuta Indolencia y desprecio a las madres buscadoras en Teuchitlán – EDUCA | El caso Teuchitlán se complica: Gertz Manero admite falta de información y culpa a la Fiscalía de Jalisco – EDUCA | Fotografía Redes Sociales