Al menos 969 cuerpos humanos están perdidos en México. Fueron donados por fiscalías estatales a universidades, para fines didácticos o de divulgación científica, en las últimas dos décadas. Desaparecieron, porque no existen documentos oficiales que permitan conocer el proceso de entrega de estos cadáveres de personas no identificadas a diversas facultades de medicina y los detalles sobre su disposición final. Después de analizar unos 300 documentos oficiales, obtenidos a través de solicitudes de acceso a la información pública interpuestas a más de 100 dependencias de gobierno e instituciones educativas, se detectó una reiterada ausencia de registros en la cadena de custodia de los cadáveres donados, así como una inobservancia generalizada a leyes, reglamentos y protocolos forenses, que impide identificar a los occisos y saber con certeza dónde yacen sus restos. Cada uno de estos expedientes faltantes es más que un simple número de caso; son personas que fallecieron sin decir adiós a sus seres queridos, sin una respuesta a cómo murieron y sin justicia para quienes fueron asesinados. Tal es el caso de Gemma, quien fue secuestrada; murió y sus padres aún investigan si su cuerpo fue donado a una universidad privada. “Octavio” es un joven desaparecido, del que su familia sólo pudo recuperar su pierna, luego de que fuera utilizada para hacer estudios en una escuela. En Oaxaca, al menos 16 cadáveres se encuentran bajo resguardo de la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), pero no aparecen en los registros oficiales de la FGE, y seis cuerpos humanos, reportados por la Fiscalía como donados en 2017, no aparecen en los archivos de la Universidad.
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