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La Minuta

Juicio por genocidio de indígenas mayas hace 40 años reabre heridas en Guatemala

“Sólo quedaron unos huesos y cenizas” relató entre lágrimas Juan Brito de 70 años, indígena sobreviviente del genocidio contra el pueblo Ixil de Guatemala, tenía 24 años cuando los soldados irrumpieron en su casa de la aldea de Pexla, ubicada en el altiplano occidental de Guatemala. Escapó, escondiéndose en el bosque, pero no pudo salvar a su mujer y a sus cuatro hijas.

40 años después de lo sucedido, 150 testigos, 30 sobrevivientes de violencia sexual y decenas de expertos forenses testifican con dolor, al recordar los hechos en un juicio por el genocidio Ixil en la Corte Suprema de Guatemala, la cual dio inició el pasado 8 de abril de 2024 y se prolongará hasta junio. En este juicio está acusado Benedicto Lucas García de 95 años, el tercero al mando en el Estado luego del presidente y el ministro de la Defensa, cuando ocurrieron las masacres y desapariciones forzadas.

La guerra civil (1960-1996) encabezado por gobiernos militares respaldados por Estados Unidos comenzó una campaña de contrainsurgencia que causó la muerte de más de 200.000 personas, el 83% de las cuales eran indígenas mayas.

La segunda persona en ofrecer su testimonio fue Lorenza Santiago Raymundo, de 75 años. Ella perdió a su esposo Jacinto Gómez a manos del ejército. Santiago contó que su esposo se dedicaba a sembrar y ella se dedicaba a tejer en la aldea Pexlá, en Nebaj. “Éramos felices hasta que llegaron los soldados a matar y no sé qué es lo que les debíamos” declara como parte de su relato traducida del Ixil al español.

Lorenza también señaló que el ejército no solo asesinó a su esposo si no también a dos de sus vecinos. Al ser interrogada por el MP de por qué afirma que fueron los soldados los que perpetraron la agresión, contestó: ellos llegaron y mataron a muchas personas. Según dijo, antes de la matanza escucharon rumores de que el ejército llegaría a la aldea a matar a mujeres y niños. “Todavía dudamos, será que es cierto o no, decíamos”, señaló.

Otra sobreviviente indígena, Catarina Chel, contó que sus dos hijos, de 14 y 15 años, fueron asesinados por soldados cuando cosechaban maíz, ella se escondió al escuchar disparos pero 15 aldeanos fueron detenidos y llevados por los militares a una capilla, donde los acribillaron a balazos y fueron quemados.

El racismo fue un componente de la violencia, “la innegable existencia de racismo expresado reiteradamente por el Estado como doctrina de superioridad” explica la “brutalidad con la que se llevaron a cabo las operaciones militares contra cientos de comunidades mayas”. En la actualidad, las comunidades indígenas de Guatemala representan más del 40% de la población del país, pero “su participación en las instituciones públicas y en la vida pública es ciertamente menor en comparación con su tamaño”, afirma Tiziano Breda, experto latinoamericano del Armed Conflict Location & Event Data Project, sobre las profundas desigualdades que persisten en Guatemala.

Por otro lado, cabe recalcar que Israel fue uno de los países que también intervino durante la guerra civil que llevó al genocidio, pues entrenaba a militares y les otorgaban armamento cuando Estado Unidos redujo el tráfico de armas a esta región por las acusaciones internacionales. Incluso del periodista George Black hablaba de una “palestinización del pueblo maya”.

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