El martes por la mañana, nubes negras de humo se elevaron sobre Salina Cruz, al declararse un incendio en la refinería “ de Pemex. Es un incidente más de los numerosos ocurridos en la refinería “Antonio Dovalí Jaime” en este año.
Los bomberos consiguieron extinguir el incendio en menos de una hora, pero la empresa no publicó una declaración sobre el incidente hasta diez horas después. En su comunicado afirmaron que no había víctimas y que se investigaría lo ocurrido.
Sin embargo, es cuestionable que Pemex saque conclusiones del incendio. No es el primer fuego en la planta este año y ya se han registrado seis derrames. Aparte de la frecuencia de los incidentes, Pemex también se caracteriza por la inadecuada comunicación pública y la ocultación de causas y víctimas.
En septiembre, dos trabajadores murieron después de que fuertes lluvias provocaran una explosión. Además de los empleados, los habitantes de la región también corren peligro por el humo tóxico y los derrames regulares. Los pescadores locales temen por su sustento, en peligro por la contaminación del medio ambiente.
La región se está convirtiendo cada vez más en una “zona de sacrificio”, donde el bienestar de las personas y la naturaleza se subordina al desarrollo económico. Pemex no parece capaz de hacer frente a los problemas de la refinería y las autoridades tampoco consiguen que la empresa cumpla su responsabilidad con el medio ambiente.
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