Los rituales indígenas no han podido escapar de las apropiaciones culturales indebidas. Después de ser combatidos por el Estado y el mercado, se han creado rituales performáticos con el sólo propósito de hacer política y reforzar estereotipos, afirma la liguista mixe Yásnaya Elena A. Gil en su reflexión en la revista Gatopardo: “Como es de esperarse, existe una gran diversidad de estos universos sagrados y sistemas para relacionarse con ellos, de manera que hablar de “ritual indígena” como una sola categoría resulta absurdo. (…) Si hablamos de un ritual indígena, viene necesariamente de algún pueblo indígena en concreto. Sin embargo, en el proceso de la apropiación cultural indebida, y aun después de haber sido combatidos, diversos agentes del Estado y del mercado han creado, recientemente, “rituales indígenas” a partir de elementos tomados de aquí y de allá, que no pertenecen a ninguna tradición en particular, para su uso político o aprovechamiento comercial”, afirma Gil. Además, hay “rituales” que se realizan en torno a agentes políticos: “Sin mencionar el nombre del pueblo indígena al que pertenece el ritual, se ejecuta un acto en el que se dibuja un círculo con flores y otros elementos: velas, el sonido de un gran caracol marino, incienso con el que sahuma al personaje político en cuestión, un saludo a los cuatro rumbos y palabras sueltas en lenguas indígenas”. Estos rituales “se hacen en público y completamente desligados de su contexto ritual, que tiene requerimientos de tiempo y lugar muy estrictos”. Según critica Yásnaya Elena A. Gil, se crea un ritual que no pertenece a ningún sistema de relaciones con lo sagrado en concreto, un performance que es “un ritual hueco”.
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