El 5 de septiembre se cumplió un año de la partida de Francisco Toledo, el maestro oaxaqueño querido y admirado por propios y extraños, quien nos dejó un legado inconmensurable en su extraordinaria y profusa creación artística y con su incansable labor filantrópica, de mecenazgo, promoción cultural y activismo social a lo largo de más de cinco décadas. Oaxaca es la región más vibrante de nuestro país en términos culturales gracias al impulso que el maestro le dio con la creación de museos, bibliotecas, centros educativos y culturales y un sinfín de proyectos dirigidos a la concientización del medio ambiente, la preservación de la identidad por medio de las lenguas autóctonas y el rescate de las tradiciones. El maestro, como cariñosamente se le llama en su terruño, ha dejado un hueco insustituible y qué mejor manera de honrar su memoria que con la difusión de su legado, producto del incesante trabajo apasionado de toda una vida. “Francisco dedicó su vida, su energía, su talento y sus recursos a formar y sensibilizar conciencias y es tiempo de cosechar los frutos”, señala Daniel Brena, director del Centro de las Artes de San Agustín (CaSa), en entrevista con La Jornada. Sara López Ellitsgaard, hija del maestro y su más cercana colaboradora en sus últimos años, nos comparte la siguiente reflexión: “El maestro Toledo no era sólo una persona, fue una forma de pensar, una escuela que formó a muchas personas”.
A un año de la muerte de Toledo: el mejor homenaje, difundir su legado y Toledo: la escuela que formó a muchos. Leer también: Sergio Hernández, Sabino Guisa y Luis Zárate evocan a Francisco Toledo. Contexto: Hoy, Francisco Toledo cumpliría 80 años, su legado vive en nuevas generaciones