En la edición más reciente de la revista El Topil, abordamos un debate necesario y urgente: Energía y Desarrollo. Nos enfocamos en analizar cómo el modelo extractivista impacta a las regiones y comunidades indígenas del país, así como en las alternativas de desarrollo y energía que están surgiendo en diversos entornos sociales y comunitarios.
La activista y académica colombiana, Sandra Rátiva Gaona, comienza por hacerse una pregunta de lo que significa la palabra desarrollo “La pregunta: ¿Desarrollo para quién?, es absolutamente central. Es una pregunta que se hacen las organizaciones y los movimientos sociales en América Latina desde hace muchos años. La pregunta es importante porque nos han dicho tantas veces que somos países subdesarrollados, que tenemos que ser países desarrollados algún día. Y entonces pareciera que tenemos la obligación de llegar allá, sin decirnos qué implica el desarrollo”.
La activista que también es integrante de “Cooperativa de Energías Renovables”, profundiza en el tema: “Ahora bien, esta idea de desarrollo es profundamente colonialista. Si bien, nuestros países lograron la independencia política de España hace 200 años o más, resulta que esta idea de desarrollo ha sido una imposición colonialista a través de empresas e instituciones que nos repiten y nos presionan con deuda externa porque “tenemos que ser países desarrollados” o deberíamos aspirar a ello. Todo esto contra la idea de bienestar o de felicidad de nuestras comunidades, nuestros pueblos, que durante siglos e incluso milenios han construido otras formas de vida y tienen otras formas de nombrar lo que es bello, lo que es bueno, lo que es saludable, lo que es gozoso”.
Rátiva Gaona analiza: “En estos proyectos de desarrollo no se consulta o se pregunta qué es lo que quieren las comunidades para su futuro o cómo se lo imaginan. La respuesta sería que no quieren que sus hijos se vayan de la tierra y migren porque no tienen nada más que hacer, que no quieren vivir enfermos, nadie quiere que sus hijos enfermen por el impacto ambiental que tiene el “desarrollo” para el ecosistema. Estos grandes proyectos de las industrias, que ellos llaman de desarrollo”.
“Hoy, los proyectos de agua y energía en esa escala masiva no son para las comunidades. Gran parte de esos proyectos de energía eléctrica en este continente se hacen al lado de comunidades que no tienen luz y aunque se realice el proyecto, se quedan sin luz.implican este tipo de situaciones, solo que lo esconden o lo minimizan”.
“Por ello, en las últimas décadas hemos escuchado hablar más del “buen vivir”. La vicepresidenta colombiana, Francia Márquez, que es afrocolombiana, habla de “la vida sabrosa”. Esa es la idea del desarrollo que se ha construido desde nuestros pueblos, una forma de vida que sea: satisfactoria, decente, digna, solidaria, amorosa. Esto no se llama desarrollo”.
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