Hablar de tequio, es hablar de nuestra organización en el trabajo colectivo que desarrollamos en la comunidad. Es como describir nuestra forma de vivir, de relacionarnos, de correspondernos los unos a los otros en situaciones de alegría o en algunas adversidades. El tequio que acostumbramos podemos decir que se da en lo físico-material, intelectual e ideológico y espiritual. Cuando nos reunimos a realizar un trabajo para beneficio comunal, lo hacemos de manera colectiva, todos nos convertimos en una hormiguita transportando lo que se necesite o lo que haga falta en una obra. Por ejemplo; cuando se construyeron los primeros edificios en la comunidad, nuestros padres, madres, abuelos y abuelas cargaron a espaldas la arena, la grava, las piedras y/o apoyándose de los animales, principalmente de las reses para jalar las vigas grandes y polines. Así también formaron grupos para quemar la cal en cada una de las rancherías, desvelándose varias noches con el único fin de sacar con calidad el material. El tequio es una de nuestras fortalezas para superar las dificultades, riesgos y desafíos. Es el tequio que nos ha permitido vivir y convivir comunitariamente. A través del trabajo colectivo hemos construido caminos, carreteras en algunas partes de la comunidad, sobre todo escuelas, casas de los Comités de Educación y edificios públicos.
Leer testimonio completo de Anastacio Cardoso Jiménez, comunero y expresidente municipal de Santa María Tlahuitoltepec: El tequio, práctica autonómica solidaria. Más materiales de la campaña Alternativas comunitarias en defensa de los territorios en Oaxaca. Sembrando dignidad, reivindicamos lo común