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La Minuta

Zona arqueológica ‘Guiengola’, en el Istmo, revela más de mil 100 edificaciones entre otros secretos

La ciudad de Guiengola fue construida por zapotecos en una elevación natural del Istmo de Tehuantepec, junto con las construcciones realizadas por sus habitantes, crearon un asentamiento difícil de ser invadido. De acuerdo con los datos etnohistóricos y arqueológicos, este lugar fue ocupado por mixes, zoques, ikoots y chontales, cuando eran atacados por otros grupos que procedían del altiplano y del sur de Mesoamérica. Se cree que la ciudad funcionaba aún en la época de la colonización.

En los dos y medio siglos previos a la conquista, ha mantenido sus secretos bajo una espesa capa de selva baja, fue después del terremoto de 2017 donde investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia INAH, valoraron e investigaron más sobre la historia de esta gran ciudad fortificada.  Todo esto reúne el libro “Guiengola, Tehuantepec. Orgullo zapoteca” publicado por investigadores del INAH ese mismo año.

En sus poco más de 400 páginas también se encuentra el estudio monográfico que hiciera en 1877 el ingeniero Manuel Fernández Leal sobre toda la geografía istmeña, base para la construcción del canal transístmico, proyecto inconcluso del gobierno porfirista.

Recientemente, el  investigador Pedro Guillermo Ramón Celis de la Universidad McGill, en base a un estudio reveló más información sobre este importante asentamiento y determino que Guiengola tenía una extensión de 360 hectáreas, con más de mil 100 edificaciones, cuatro kilómetros de murallas, una red de caminos internos y un trazado urbano claramente organizado, con templos; espacios comunales, para juegos de pelota, y zonificado, es decir: las élites y la gente común vivían en barrios separados. 

Señaló que está convencido de que a medida que avance el trabajo en Guiengola, dará a los investigadores una mejor idea del nivel de organización política y social de los zapotecas y, por lo tanto, una mayor comprensión de su nivel de intervención en el encuentro con los españoles.

El hallazgo se realizó utilizando una herramienta de teledetección conocida como lidar, que se basa en rayos láser pulsantes, en un proceso similar al sonar, para proporcionar información topográfica tridimensional, precisa y detallada sobre lo que hay en la superficie de la tierra, debajo del denso dosel forestal.

“Aunque se podía llegar al lugar a través de un sendero, estaba cubierto por un dosel de árboles. Hasta hace muy poco, nadie habría tenido forma de descubrir la extensión completa del lugar sin pasar años caminando y buscando. Pudimos hacerlo en dos horas utilizando equipos de teledetección y escaneo desde un avión”, explicó el investigador en un comunicado.

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