Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un
hombre.
Luis Cernuda
El cuerpo de un hombre recorre el Istmo. La convicción a cuesta, la mirada posada sobre los empobrecidos, los desprotegidos, los pueblos originarios, las luchas sociales, la justicia, la libertad. Sabe que por su cuerpo hablarán las palabras.
¿Puede el cuerpo de un hombre cambiar el mundo? La respuesta nos la da la certeza con la que el Obispo Emérito Arturo Lona Reyes recorre el territorio de la resistencia, la energía que lo impulsa a sus más de ochenta años. El amor que pone en cada paso.
La trinchera. Canal treinta y tres. 29 de Junio del 2016.
Desde hace dieciocho días la barricada que instalaron las y los maestros en el Canal 33 ha resistido, arropada por el clima contradictorio del Istmo de Tehuantepec, desde la intensidad del sol hasta el ímpetu del viento. Durante todos esos días han sido espectadores de lo que sucede a su alrededor, en la lejanía, en lo cercano. Conviven entre las nociones propias y las ajenas, han logrado conjuntar esquemas opuestos, organizaciones contrarias que se han vuelto aliadas en nombre de una causa común. Quizá es parte del mérito.
Por el día, una visita. Las notas resuenan en los altavoces, la música de resistencia pone a vibrar el cuerpo. La gente, los niños, las charlas en zapoteco hacen partícipe de la convivencia que alienta y da ánimos, se recibe a la gente siempre dispuesta a colaborar, se ayuda a repartir el café, el pan, el chocolate, el refresco de limón y chía para el calor, las tortas, las frutas, las palabras de apoyo, lo que sea que se ofrezca de corazón siempre es bienvenido, siempre agradecido.
Por la tarde, en la fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, el obispo emérito, el hombre que recorre con sus pasos el alma de la gente, acompañado por el padre Lucio y el padre Pablo, ofrecen una homilía significativa a la resistencia. Ahí, sobre la carretera, cobijado por más de doscientas personas, el obispo recuerda el canto de Netzahualcóyotl y da cuenta del camino que recorren el pueblo Chontal hacia la autonomía, comparte sus anhelos puestos en San Francisco la Paz, que a pesar de la desesperanza por el conflicto de territorio que viven desde hace años, construyen la esperanza sobre las y los jóvenes de su comunidad, pide por los asesinados en Nochixtlán, por que el consuelo llegue a sus familias, por los desaparecidos, los injustamente encarcelados, las oraciones se elevan para los que apoyan la lucha del magisterio, por los obispos y presbíteros “pastores que guían al pueblo”, la gente expresa sus peticiones de justicia y libertad para los presos políticos.
Se ofrece la paz en medio de la guerra injusta que se vive. Porque en una guerra los bandos están en igualdad de condiciones, y nuestra realidad es que se levantan las armas contra barricadas provistas con piedras y palos. Contra cuerpos protegidos sólo por credos. Verdad. Justicia. Libertad.
La misa concluye con el reconocimiento de la gente a la labor del guía espiritual. Niñas y niños, compañeras y compañeros maestros, la sociedad civil que acompaña solidaria, todas y todos traducen en abrazos el agradecimiento por su presencia y su palabra. Se apuesta porque acciones como ésta abonen a la construcción de una sociedad civil organizada, consciente y consecuente, pero sobre todo, cobijada por sus legítimos derechos a la Educación, a una vida con dignidad. “Están en la lucha, sin violencia pero con exigencia” fueron las palabras de Arturo Lona Reyes. Sabe, la violencia viene de otros lados, une su voz a las que se han alzado, espera que todas esas voces sean la piedra sobre la que se edifique el diálogo.
Al finalizar la ceremonia, una sola consigna que conmueve: El pueblo unido, jamás será vencido.
Pietro Ameglio, en el Seminario “No Violencia y cultura de Paz frente al despojo de los Territorios en Oaxaca” habló de la resistencia civil, de la firmeza permanente para romper las dinámicas en las que nos envuelve la violencia, que no basta el cuerpo que declara, sino que el cuerpo que se queda un lugar, que bloquea un lugar. Cupatitzio Piña Mendoza, en su ensayo “Cuerpos posibles, cuerpos modificados” nos habla de la corporalidad del ser humano como espacio social “Resorte que articula la totalidad de las prácticas sociales y a través del cual el hombre se mantiene en constante comunicación con los diferentes campos simbólicos que le dan sentido a la existencia colectiva”.
Quizá desde este punto de vista se pueda comprender la presencia de las y los maestros que entregan sus cuerpos como ofrenda en los espacios de resistencia en los distintos puntos del Estado, la barricada es la construcción del territorio que tiene como expresión tangible los cuerpos donde el Estado fallido descarga la frustración que le provoca que, mientras lo más quieren hablar, él solo espera que obedezcan sin cuestionar. La confrontación moral es más violenta que la confrontación verbal, y a la autoridad se le terminaron las reservas de moral para poder argumentar sus atropellos sobre la población.
Nos queda claro, para los que hemos caminado entre los espacios de resistencia instalados en distintos puntos del territorio oaxaqueño, para los que hemos convivido con la gente que lucha, que resiste: El reclamo es necesario. Siempre será preciso levantar la voz por las y los que no pueden hacerlo, incluso por omisión, porque se han dejado envolver por la dinámica del Estado que pretende desarticular porque sabe que la consigna en realidad es una poderosa verdad:
Al pueblo unido jamás lo vencerán.
Astrid Paola Chavelas López
Maestra del Bachillerato Comunitario Ikoots.
San Mateo del Mar, Tehuantepec, Oaxaca.