Una catástrofe ambiental es la que viven en estos momentos distintos países de América Latina a causa de la histórica ola de incendios forestales sin precedentes, intensificados por la sequía amazónica, fenómenos como el Niño o la Niña, cambio climático y sobre todo, las políticas públicas de los gobiernos que impulsan las industrias extractivistas y la deforestación.
Según datos del Instituto Brasileño de Investigación Espacial (Inpe), entre enero y el 12 de septiembre se han registrado más de 350.000 incendios en la región, superando el récord de 2007 de 345 mil 322 focos correspondientes al año 1998. Brasil, Bolivia, Perú y Colombia figuran entre los países más afectados, donde las sequías, el calor extremo y la acción de criminales han agravado la situación.
Cabe destacar que gran parte de los incendios son provocados y se producen en territorios ancestrales de pueblos indígenas. Como el caso del incendio de Mato Grosso, el fuego afectó a 41 de 86 tierras indígenas donde se concentran los biomas de la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal.
La Amazonía brasileña registra en lo que va de año más de 80.000 focos de incendios, el doble que el año pasado, ya considerado nefasto. Según el Gobierno, prácticamente todos fueron causados por el hombre.Estos incendios, en su mayor parte de origen criminal y a menudo ligados a la actividad agrícola, se propagan más fácilmente debido a una sequía histórica que los expertos relacionan con el cambio climático
““Nosotros, los pueblos de la Amazonía, estamos llenos de miedo. Pronto tú también lo estarás” advertía en 2019, Raoni Metuktire, jefe del pueblo Kayapó cuando en 2019 se detectaron más de 3 mil 500 incendios en 148 territorios indígenas, afectando sobre todo a Kayapó y Munduruku en los estados de Mato Grosso y Pará.
Bolivia también se enfrenta a una situación crítica, con 63.537 incendios en lo que va del año. El gobierno ha declarado emergencia nacional, mientras comunidades enteras, como Río Blanco y Palestina, han sido evacuadas ante la inminente amenaza de las llamas. El daño ambiental es devastador, con más de 3,8 millones de hectáreas destruidas. Además, se teme por la extinción de especies en la Chiquitania, una región cercana a la Amazonia que alberga flora y fauna únicas.
En Perú, la situación no es menos grave. Desde agosto, se han reportado 87 incendios forestales en 16 regiones, de los cuales 49 permanecen activos. Un reporte de incendios en 2023 reveló que el 70% de los incendios forestales ocurrieron en la Amazonía, y que 87 comunidades indígenas fueron afectadas, de acuerdo a información entregada por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). Por su parte, Colombia enfrenta focos activos en varias regiones, incluyendo Tolima y Huila. Las llamas han arrasado más de 5.000 hectáreas en el país.
Las amenazas para los bosques se agravan cuando las empresas encuentran incentivos rentables para sus actividades. Durante el gobierno de Bolsonaro se incentivó una agresiva expansión de la industria en la selva amazónica al mismo tiempo que permitió el relajamiento de las políticas medioambientales.
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