El de Qatar es un mundial de fútbol manchado por sangre y corrupción. La difusión de esos hechos preocupa a los mandos de la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) que pidió a las selecciones que participan del torneo que se centren en el fútbol y no formen parte de “sermones” sobre moralidad, arrastrando al fútbol “a batallas ideológicas o políticas que existen”.
La muerte de al menos 6.500 trabajadores oriundos de Bangladesh, India, Nepal y Filipinas, que murieron por el calor extremo y las duras condiciones de explotación laboral a las que fueron sometidos en la construcción de los estadios para el Mundial en Qatar, fue ocultada por la autocracia catarí, el dinero de las seis grandes trasnacionales patrocinantes de la justa “deportiva”, la prensa hegemónica occidental y, obviamente los cómplices de la masacre, la FIFA.
Desde su designación como sede del Mundial de Fútbol 2022, Qatar ha sido fuente de grandes controversias por las acusaciones de sobornos dentro de la FIFA, y el entonces presidente de la FIFA, Sepp Blatter, enfrenta actualmente en Suiza un juicio por acusaciones de fraude, malversación de fondos y otros actos de corrupción.
Además, Qatar es conocido por su sistemática opresión de mujeres y criminalización de la comunidad LGTBIQ +. Hace una semana, Khalid Salman, ex jugador de la selección nacional de Qatar y embajador del Mundial en Qatar, describió la homosexualidad como “daño mental” en una entrevista con la televisora pública alemana ZDF.
El comunicólogo uruguayo Aram Aharonian se pregunta en su artículo de opinión, si de América Latina, que tiene una fuerte presencia en el mundial, alguno levantará su voz sobre la violación a los derechos humanos o apelarán a la famosa frase de Julio Grondona “todo pasa…”
Aram Aharonian en Nodal: Un mundial de fútbol manchado de sangre y sobornos. Página 12: La trama de la corrupción en la elección de Qatar 2022 Cartón: Cruzifixio
