En este tiempo, en que enfrentamos fuertes debates sobre la situación de violencia e inseguridad en el país, y donde se discute la conveniencia de otorgar amplias facultades al ejército para realizar tareas de seguridad pública, hemos convocado a observadores de la realidad oaxaqueña a compartir sus puntos de vista sobre este fenómeno social y sus implicaciones en el estado de Oaxaca.
El periodista Antonio Mundaca, analiza las tesis de la violencia estructural: “La Guerrerización de Oaxaca es una noticia oculta por intereses económicos. Puede ser una foto de un líder social acribillado. Una mujer con el rostro hinchado de fuego. Un colectivo de indígenas asesinados con las muñecas desprendidas, despojados de su condición humana. Mientras el PRI, el PAN o Morena se niegan a ver las huellas dolorosas del poder sobre los cuerpos”.
Soledad Jarquín, periodista que se ha dedicado a documentar feminicidios y violencia contra las mujeres, escribe: “El hilo conductor de la falta de eficacia y eficiencia en la tarea que Murat juró honrar con “patriotismo” está en el sistema no natural del patriarcado. A lo largo de la historia hemos pasado de los crímenes del propietario-a los crímenes pasionales-al feminicidio, hoy lo tenemos claro: la subordinación simbólica de las mujeres”.
Jorge Hernández Díaz, profesor e investigador del IISUABJO, analiza: “La migración y su relación con la apropiación de los recursos naturales, entre ellos el territorial, forma parte hoy en día de un proceso mediante el cual el capital, en su fase contemporánea, despoja, por medios legales combinados con la violencia, a los pueblos indígenas de recursos que legítimamente les pertenecen”.
Finalmente, Eduardo Bautista, sociólogo de la UABJO, explora alternativas en la construcción de una cultura de paz: “En la búsqueda de alternativas de paz tendríamos que considerar experiencias que hablen del reconocimiento y la pluralidad, no solo en términos formales, jurídicos, legislativos y de políticas públicas sino de las acciones directas para hacer posible la coexistencia pacífica, justa y digna, en donde el reconocimiento implique la relación dialéctica e igualitaria entre los derechos y los conocimientos de unos y otros”.
Descargar El Topil 46.- La violencia como mecanismo del poder
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